Jugar es una necesidad, un impulso vital que nos empuja a descubrir,
desde la infancia, todo lo que nos rodea. Desde que nacemos, somos una
fuente inagotable de actividad: mirar, tocar, manipular, curiosear,
experimentar, inventar, expresar, soñar… en definitiva jugar. Nadie
discute la capacidad educativa del juego como fuente de aprendizajes, ni
como actividad fundamental en el tiempo libre de los niños y niñas.
El tiempo libre lo hemos ido configurando como un espacio de
transformación social, de crecimiento individual y colectivo, de
expresión cultural, y de participación. Tiempo por excelencia de
desarrollo de la actividad lúdica, entendida como el conjunto de
actividades libres, placenteras y gratuitas, en el sentido más estricto
de la palabra, es decir, sin finalidad aparente. La actividad lúdica posibilita a la persona su desarrollo integral:
crecer por dentro y por fuera, disfrutar de la naturaleza, el arte, los
otros, e incluso, de uno mismo, y se caracteriza por su capacidad de juego (de ahí el adjetivo lúdico unido a actividad). Mediante el juego interiorizamos las normas y pautas de comportamiento
social, hacemos propios valores y actitudes, despertamos la curiosidad,
motor de aprendizaje, etc.
El juego adquiere en la infancia un valor psicopedagógico evidente:
– proporciona placer y satisfacción
– estimula el espíritu de superación personal delante de los retos
– supone la posibilidad de expresar sentimientos liberando tensiones psíquicas
– favorece un sano equilibrio emocional
– favorece la interiorización de normas y pautas sociales
– desarrolla la capacidad creativa
– estimula la creación de defensas contra la frustración
– desarrolla las capacidades motrices, cognitivas, sociales y afectivas
– proporciona placer y satisfacción
– estimula el espíritu de superación personal delante de los retos
– supone la posibilidad de expresar sentimientos liberando tensiones psíquicas
– favorece un sano equilibrio emocional
– favorece la interiorización de normas y pautas sociales
– desarrolla la capacidad creativa
– estimula la creación de defensas contra la frustración
– desarrolla las capacidades motrices, cognitivas, sociales y afectivas
Es evidente que si jugar es una actividad tan importante en el
desarrollo integral de los niños y niñas, los padres, educadores y
maestros, debemos detenernos a seleccionar con criterio los mejores
juguetes para nuestros hijos, de la misma manera que nos preocupa su
alimentación o su salud.
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